23.1.09

8d

El cuento de hoy sí tiene que ser sobre desaparecidos, dijo Glinda. No, dijo Ígor, por qué mejor no contamos un cuento sobre una joven y un muchacho que se van a vivir juntos y son felices para siempre. Ese no es un cuento con el Captain Peace, se quejó Martín. No podemos empezar a estas alturas a contar cuentos de hadas, dijo Ninfa y remedando a Ígor dijo en voz falsa, ‘...y vivieron felices para siempre’. ¿Por qué no? dijo Ígor. ¡No se vale hacer preguntas!, dijeron los niños a coro.

***

⎯¿Te puedo acompañar un rato? –se había atrevido a preguntar Ígor, despues de un silencio largo.

⎯No –dijo Olga– Lo mejor es que te vayas.

Ígor se avergonzó de estar todavía sin ropa. Se puso el pantalón lo más rápido que pudo. Juntó el resto de sus cosas y salió a terminar de vestirse en el pasillo. Cuando ya se iba notó que Guillermo lo miraba desde la puerta de su cubículo y no supo si acercarse a conversar o si terminar de irse. Guillermo se levantó, le hizo un gesto de saludo y entró cerrando la puerta sin un ruido. Ígor supo que no tenía nada más que hacer en El Barrio.

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