1.1.09

5a

Botellas rotas. Trapos desperdigados. Ladrillos triturados. Olla perdida. Leña confiscada, libros destrozados, zapatos desbaratados, camisas manchadas, matas destruidas, cajas abiertas, secretos revelados, diarios husmeados, cartas descifradas... Es lunes, Marzo. No hay nadie en El Barrio para ver el desastre de cosas rotas, el reguero de restos y pedazos. Todos pasaron la noche afuera porque había fiesta en Tierra de Nadie: Carnaval con disfraces y carrozas, baile, bebida gratis, mucha gente nueva con la cual mezclarse, aparearse, pasarla bien sin contemplaciones. Los niños tampoco se perdieron la fiesta. Pero fueron los primeros en llegar.

—¡Las cajas! —gritó Glinda.

—¡Los lápices! —gritó Martín.

—¡Las cartulinas de colores! —lloró Ninfa.

Corrían de un lado a otro y nombraban cada cosa que encontraban rota en un ir y venir desesperado que no parecían poder interrumpir. Guillermo los escuchó de lejos. Corrió.

—¡El Barrio! —dijo.

Luna y La Nena tardaron en llegar. Habían decidido que en una mañana tan hermosa no podían encerrarse ni recogerse, que era necesario caminar por los alrededores y disfrutar del ambiente de carnaval que todavía flotaba en el aire. Cuando finalmente aparecieron Guillermo y los niños estaban ya sentados sobre algunos ladrillos que habían recogido y le contaban a Ígor y a Olga lo que habían encontrado al regresar.

—No queda nada entero—estaba diciendo Glinda.

—Recogimos lo que pudimos —dijo Martín.

—¿Qué pasó? ¿qué pasó? —dijo La Nena mientras corría a revisar su cubículo—. ¡Mis cuadernos!

Luna se quedó en el medio del pasillo literalmente con la boca abierta. Cuando vio salir a La Nena llorando, con la caja vacía en la mano, reaccionó. Se sentó en el suelo como quien se cae y preguntó qué había pasado.

—Un asalto —dijo Ígor—. Esto ha sido claramente un asalto, maestro. Las fuerzas del orden se han ensañado contra el colectivo pacífico que usted encabeza y ahora sí es verdad que no hay para dónde coger.

Olga lo miró furiosa. No era momento de juegos ni de ironías. Esta vez la cosa había ido bastante lejos.

—Aprovecharon que estábamos en la fiesta y se metieron a saquear. Está claro que además de asustarnos, estaban buscando información. Se llevaron todos los papeles y los documentos que encontraron —dijo Olga.

—¡Mis cuadernos! —volvió a decir La Nena.

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